35 años de habitar el silencio

Entrevista al escritor y poeta lagunero Marco Antonio Jiménez

Diana Nápoles
5 min readDec 27, 2016

Por: Diana Leticia Nápoles

La poesía, a pesar de ser poco frecuentada en la actualidad, no deja ser el género de géneros. Y en el desierto encuentra una voz particular, la de Marco Antonio Jiménez, poeta lagunero, quien recientemente acaba de presentar su libro “Entrar a la antevíspera”, con el que hace treinta años obtuvo el Premio Nacional de Poesía Joven, otorgado por el INBA, es uno de los autores con mayor trayectoria en la región.

Marco Antonio también ha publicado los libros “Es sólo el fuego en otras palabras”, “Arena de hábito lunar”, “La dispersión” y “Cuatrovientos”. Además, ha sido titular por 16 años del taller de literatura de la UA de C.

→ ¿Qué balance haces tras habitar por décadas el lenguaje de la poesía?

Creo que me he vuelto más consciente de la función y alcances de la poesía. Es un género que exige un compromiso vital. Después de 35 años de escribir, me queda claro que esta herramienta expresiva debe ser usada con toda la autenticidad posible.

Creo que sólo así es posible cumplir con ese gran compromiso que la poesía ha sostenido: ser una fuente de incesantes revelaciones sobre la naturaleza humana, ennobleciéndola. Pienso que la poesía ha de seguir vigorizando la conciencia, haciéndonos más sensibles, acercando el corazón tanto a la sencillez de lo inmediato como al conocimiento más profundo.

→ ¿Crees que existan los mismos espacios para la poesía como los que había cuando comenzaste?

Por supuesto que no. Existen más talleres, lecturas, revistas, apoyo a los autores locales. En 1976, cuando José de Jesús Sampedro llegó a La Laguna a fundar su taller, que duraría diez años, no había aprecio por la poesía contemporánea, ni siquiera respeto: cundía el recelo, el prejuicio, la incomprensión.

Quisiera destacar la heroica labor de los promotores culturales de aquella década, pienso en Alfonso Flores, Alberto González, la maestra Gamboa. Cuánto le debe La Laguna a esos pioneros, y a otros, que posibilitaron el apreciable florecimiento artístico que hoy disfruta nuestra región.

→ ¿Por qué consideras que las editoriales no publican poesía con la misma frecuencia que otros géneros literarios?

Por razones comerciales. La poesía se lee poco, es la más castigada por la cultura virtual y la sociedad del espectáculo: la metáfora exige silencio, evocación, profundidad. No puede competir con la pasividad y seducción adormecedora de la realidad virtual.

→ ¿Qué poetas te han influenciado?

Entre los mexicanos están: Aura, Lizalde, Pacheco, Paz, Becerra. Extranjeros: Jorge Luis Borges, Walt Whitman, Gonzalo Rojas, son demasiados.

→ ¿Qué personajes laguneros te acercaron a la cultura?

Mis compañeros del taller de Sampedro: Francisco Amparán, José Antonio Jáquez, Alberto González, Jorge Rodríguez, Joel Plata e Ivonne Olagaray.

→ ¿Qué marcó tu camino hacia la poesía?

Mi encuentro con la poesía fue totalmente espontáneo. Inesperado. De pronto me apareció esa vibración, ese ritmo extraño interno, esa manera no habitual de expresión que está en la psique de todos, sólo hay que abrirle la puerta. Se precisa un poco de apertura, de silencio.

→ ¿Qué tan importante es que haya talleres de poesía?

Son muy relevantes porque facilitan el encuentro y el diálogo entre la gente que comienza a escribir. Los talleres rompen el posible anonimato y aislamiento de quienes empiezan a trabajar con el lenguaje de ficción.

Mi experiencia de 16 años como coordinador de un taller en la UA de C, es que estos espacios permiten a los participantes la actualización de su estilo, así como potenciar su propia voz literaria. Creo que los talleres literarios de La Laguna han permitido superar muchas actitudes que dañan la creatividad. Basta ver el impacto cultural que han dejado en la región los talleres de Sampedro y de Saúl Rosales, para apreciar su trascendencia.

→ ¿Cuál ha sido tu mayor reto como poeta?

Respetar siempre el leguaje poético, así como el tiempo y la sensibilidad del lector.

→ ¿Qué estrategias llevarías a cabo para formar un público lector de poesía?

Ante todo impulsaría las iniciativas de los jóvenes poetas laguneros que buscan ampliar la lectura de este género. La clave está en escuchar sus ideas, sus inquietudes renovadoras y ofrecerles el apoyo que requieren.

Hay propuestas tan interesantes como las de Sergio Rojas, un poeta que promueve el gusto por la poesía y el juego metafórico en las escuelas donde se forman los maestros. Ahí, en las Normales hay mucho qué hacer. Por otra parte, está el reto de la poesía en las redes sociales. Los jóvenes saben cómo insertar ahí una poesía concisa, memorable, ingeniosa.

Yo invitaría al público no sólo a leer poesía, sino a perderle respeto: escribirla. Todos tenemos la facultad creadora del canto escrito, del ritmo verbal, sólo necesitamos dejar de sofocarla y darle el conducto apropiado a esa energía.

Por eso invito a las personas a darle respiración, música y voz a sus experiencias más profundas, las que vienen de la sorpresa y del azoro de estar vivos, a través de la poesía. Y si es posible, les sugeriría que acudieran a un taller, quizá no se vuelvan escritores, pero sí personas que se conozcan más a sí mismas ampliando su horizonte de lecturas.

→ ¿Qué opinión tienes de la poesía que se produce en La Laguna?

Encuentro una poesía vigorosa, fresca. Hay un ímpetu creativo sostenido, así como diversidad temática y estilística. La metáfora está pasando un buen momento en La Laguna. Al menos eso es lo que aprecio en mi taller.

→ ¿Tienes alguna preocupación acerca de la cultura en la región?

Creo que son ya suficientes décadas de experiencia en La Laguna para pensar en profesionalizar el servicio público relacionado con la cultura. No es posible que personas de la región, que se han destacado en esta área, sean removidas por los cíclicos cambios político-administrativos.

→ Alguna experiencia que resulte esencial en tu vida.

El silencio interior. Cuando acallamos la voz interna, aparece la voz de todos, es decir, la voz de la poesía. Si ésta no transforma la propia vida, no se es poeta. Si la poesía que uno escribe no expande la propia conciencia y la sensibilidad, sólo se está usando para los fines promocionales del ego.

Cuando uno aprende a acallar el intelecto, entonces lo desconocido se manifiesta: el poema.

LAS HUELLAS DEL POETA

Marco Antonio Jiménez Gómez del Campo, es un poeta y escritor coahuilense. Su obra se encuentra publicada en catorce antologías. En 1983, fue ganador del Premio Nacional de Poesía Joven, convocado por el Instituto Nacional de Bellas Artes. Ha obtenido dos becas del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Coahuila. Desde 1998 coordina el taller literario de la UA de C.

Entre sus obras se cuentan: “Es sólo el fuego en otras palabras”. Praxis Dos Filos — Universidad Autónoma de Zacatecas, 1982 (poesía). “Entrar a la antivíspera”. Universidad Autónoma de Nuevo León, 2011 (poesía). “Arena de hábito lunar”. FECAC Coahuila, 1996 (poesía), “La dispersión”. UA de C, 2009 (poesía) y Cuatrovientos. Arena de Poesía, 2013.

SOBRE MARCO JIMÉNEZ

⇒ ¿Qué estás leyendo? A Roberto Cruz.

⇒ ¿Qué haces en tiempo libre? Medito, leo, camino con mi pareja. Jugar con mis gatos.

Twitter: @diananapoles

Texto publicado en la sección Cultura del periódico El Siglo de Torreón el 23 de septiembre de 2013.

Enlace a publicación: https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/915977.html

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Diana Nápoles
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Written by Diana Nápoles

Comunicóloga, lectora y cronista en entrenamiento

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