A cien años de La consagración de la Primavera
El escándalo de una ruptura musical
Por: Diana Leticia Nápoles
Pocas obras han causado un escándalo tan grande, como el que ocasionó La Consagración de la Primavera en su estreno, un 29 de mayo de 1913, en el Théâtre des Champs-Élysées de París. Antes del segundo acto, se armó una trifulca en la sala que había sido dispuesta con la propuesta escenográfica y decorados modernistas del pintor Nicolás Roerich. Esa noche, la composición de Stravinsky sacudió los oídos de quienes entre abucheos, rechifla y actos de violencia, presenciaban uno de los hitos más significativos de la música contemporánea.
La Condesa de Pourtalès, una noble francesa, dijo: “Tengo sesenta años, pero es la primera vez que osan burlarse de mí”. Debussy, dijo que era extraordinariamente salvaje, en un sentido positivo. Maurice Ravel calificó a Stravinsky como un genio. La Consagración de la Primavera es una obra emblemática que marcó la pauta para que otros compositores se aventuraran en el uso de disonancias.
El ballet de dos actos: Adoración de la tierra y El sacrificio, es considerado una de las piezas revolucionarias de la música clásica. Su título significa literalmente: “Primavera, la sagrada”. El argumento está basado en la historia del robo y sacrificio de una doncella que debía bailar hasta morir al inicio de la primavera, para obtener los favores de los dioses.
Durante la pieza se hace notar un cambio constante de compás que el compositor incluyó en las partituras, además del uso de efectos percusivos, integrando instrumentos como el güiro o la trompeta piccolo, que rara se empleaban en las orquestas sinfónicas.
De acuerdo a diferentes especialista, para estudiar este acontecimiento hay que analizar el desarrollo de las artes en ese momento histórico, ya que algunas veces la música es la que genera una ruptura en los modelos o cánones preestablecidos, mientras que otras veces es la pintura, la danza o la literatura.
RUPTURAS ANTERIORES: BEETHOVEN
Miguel Ángel García, profesor de historia de la música, explica que generalmente, las personas creen que los artistas se deben a su público, sin embargo, los verdaderos artistas van en contra del público. “Los grandes creadores, que son quienes generan rupturas, son personas que investigan, hacen hipótesis y asumen que la realidad, su realidad, es como ellos ven, y no les importa si la sociedad está de acuerdo con ellos”.
Un ejemplo de lo anterior, fue la Sinfonía número 3 en mi bemol mayor, op. 55, de Beethoven, conocida como Eroica (Heroica), una de las obras que generó una ruptura en la estructura musical que se había venido desarrollando hasta ese momento. “Para hablar de La Consagración de la Primavera, me remito a la Tercera Sinfonía de Beethoven, porque la propuesta Beethoveniana es muy parecida a la que hace Stravinsky. Los dos se van a terrenos muy prístinos, salvajes, primitivos, y esto lo vemos reflejado desde la elección del tema, que es la historia de una doncella que debe bailar hasta morir”.
La obra se estrenó en 1913, en una sociedad conservadora que vivía los efectos de la Revolución Industrial, en la que el arquetipo del éxito era lo moderno, lo automatizado, lo controlado. Stravinsky regresa a lo más primitivo, mientras que la sociedad europea caminaba en sentido opuesto, y Beethoven hizo prácticamente lo mismo. “¿Cuál es el acorde más primitivo? Los armónicos naturales y los sobretonos, que podemos encontrar en las ondas que se generan cuando aventamos una piedra a un estanque de agua. Resulta que las distancias que hay entre esas ondas son las mismas en cualquier parte del mundo. Entonces, al tomar esas distancias y trasladarlas al tiempo, esas proporciones generan tres notas, que Beethoven utilizó para iniciar su Tercera sinfonía”.
Cuando se dice que Beethoven escuchaba la naturaleza para crear sus obras, no era una metáfora. En la Tercera sinfonía, el compositor austriaco comenzó a romper el ritmo después de los primeros compases, al igual que sucede en la obra de Stravinsky. “Después de 16 compases, La Consagración de la Primavera presenta una ruptura de ritmos, es decir, en un compás tienes el un-dos-tres, pero en el siguiente compás se hace énfasis en el dos: un-DOS-tres, y en el tercer compás, en el tercero: un-dos-TRES, y después regresas al primero. Así es como se crea una ruptura de ritmo. Y eso hace Stravinsky”.
Beethoven fue el primero en hacerlo, por eso, Johannes Brahms dijo: “El que venga después de Beethoven va a tener que empezar desde el principio”, pues hay quienes afirman que Beethoven llegó hasta los límites del arte. En la opinión de Miguel Ángel, después de los cambios que generó el compositor austriaco, hubo dos individuos que lograron ir más allá; Gustav Mahler, en el terreno sinfónico, y Stravinsky, desde el punto de vista de la estructura musical.
En otro punto, Beethoven decía que la naturaleza estaba compuesta de patrones musicales que no eran lineales, ya que la rítmica de los sonidos naturales es más compleja. La perfección de la naturaleza radica en su imperfección y en la conformación de estructuras complejas, lo cual no quiere decir que éstas sean desordenadas o caóticas, aunque de primera instancia suenen difusas o disonantes. “La naturaleza no necesariamente es consonante, también es disonante. Para mantener una armonía tiene que haber rupturas, sólo así podrá llegar una armonía superior, de lo contrario, esta tercera armonía no puede crearse. Ése es Stravinsky”.
La ruptura que se produce en la rítmica de su composición se ve reflejada en la estructura, melodía y notación musical. “La melodía comienza con algo muy dulce, luego hay una modulación y cambia a un tono más agresivo, después uno muy triste, luego una elegía mortuoria. Cuando tienes todo eso en el primer movimiento de una sinfonía, rompes ritmos. Es como si en un mismo plato pusieras chiles rellenos, con helado de vainilla, revuelto con café, es decir, «nada tiene que ver con nada». Sin embargo, Beethoven y Stravinsky generan unidad de esta multiplicidad caótica”.
UN HIJO DE SU ÉPOCA
Stravinsky no nació solo. Es hijo de una cultura musical, y retoma varios elementos de Beethoven para crear su estructura. La Consagración de la Primavera representa una ruptura en el terreno armónico, rítmico, melódico y temático. “Por ejemplo, la tonalidad ‘do mayor’, es do-re-mi-fa-sol-la-si-do, pero ¿qué pasa cuando tocamos otras notas, como un si bemol o un re sostenido? Voy a poner un ejemplo para hablar de la ruptura de las armonías con un cuento: ‘Yo tengo un gato. Mi gato se llama Crispis. Crispis come croquetas. Crispis vive con nosotros, somos muy felices. Queremos a Crispis”. Eso es una sinfonía clásica. Ahora, vamos con Stravinsky: ‘Yo gato tengo. Mi mamá está enferma. Yo estoy feliz. Mañana llovió. Salud. Fu’. Eso es Stravinsky”.
La revolución que significó su obra está en el terreno rítmico. Se trata de los primeros vestigios de la atonalidad. Actualmente, muchas obras están basadas en ello, Stravinsky fue la gran motivación de compositores posteriores como Alban Berg, Arnold Schönberg, la dodecafonía, el serialismo y una serie de estructuras que van más allá de una propuesta típica. En eso radica su ruptura. “Es como si se hubiera roto el eje de una carreta, o como si el engrane se saliera de sus cauces. Stravinsky vivía en el corazón de la Revolución Industrial, que estaba basada en orden, secuencias, engranes perfectos, métodos, procesos lineales. Entonces, llega Stravinsky y le quita los dientes a los engranes, y la estructura se cae. Todo esto desde el punto de vista de la tonalidad y el ritmo”.
DIFERENCIAS CON LA RUPTURA DE BEETHOVEN
A pesar de que esa ruptura ya se había presenciado con Beethoven, fue recibida con un tremendo escándalo cuando Stravinsky presentó su obra. Miguel Ángel comenta que en 1806, Beethoven fue muy sutil, aunque su obra también fue terriblemente criticada. “No sé hasta dónde Beethoven influyó en Stravinsky, pero creo que mucho. Además, Wagner ya había hecho su trabajo, entonces la ruptura de Stravinsky fue bastante significativa. Hoy día, la gente va al teatro y escucha la Tercera sinfonía y no le causa sorpresa, porque nosotros ya hemos escuchado a Wagner, Mahler, ya pasaron muchos representantes que tenemos perfectamente asimilados, pero en su momento ellos hicieron una ruptura muy grande”.
Sin embargo, cuando llega Stravinsky, la música de Wagner o Franz Liszt, apenas estaban asimilándose. “Stravinsky hace una gran propuesta, pero ya hay mucho camino andado. Liszt ya se había hecho ajustes con las armonías. De alguna forma, Stravinsky ya había recopilado todo esto. Finalmente, fue un hijo de su época”.
Un año después del estreno de La Consagración de la Primavera, inició la Primera Guerra Mundial y hubo una serie de cambios estructurales, sociales y políticos en Europa. Más adelante, llegó la Revolución Rusa. Fue una época en la que comenzaron a cuestionarse una serie de conceptos establecidos. En el siglo XIX, hubo varios ajustes en Europa, entre ellos se enlistan el Congreso de Viena de 1914 y la Revolución Burguesa de 1948.
“Cuando la gente escucha La Consagración de la Primavera se pregunta: “¿Qué es esto?”, se trata de la descripción del siglo que estaba a punto de empezar, y él lo vio desde el principio. Stravinsky fue un precursor, alguien que estaba proyectando con música lo que iba a venir. Podría decirse que es un profeta de la música, porque hizo una descripción de lo que iba a venir en el siglo XX. El artista anuncia y denuncia, ése es Stravinsky, ahí está su riqueza”.
NIJINSKY Y DIÁGUILEV
Al hablar de Stravinsky, no podemos dejar de lado a figuras como el gran bailarín y coreógrafo -precursor de las rupturas en la historia del ballet- Vaslav Fomich Nijinsky, y Serguéi Diáguilev, un empresario ruso, fundador de los ballets en este país.
Diáguilev le pide a Stravinsky que componga una obra. Lo primero que él tiene es
la historia del rito pagano y se asesora con el pintor Nicolás Roerich. Su propuesta musical es terminada un año antes del estreno. Después, Diáguilev le da la obra a Nijinsky.
Sin embargo, cabe mencionar que el coreógrafo no sabía leer música, ni tocar un instrumento. De acuerdo al arquitecto Antonio Méndez Vigatá, Nijinsky produce una coreografía que, hasta cierto punto, va en contra de la música.
El director de orquesta francés, Pierre Monteux, es quien dirige esa noche. “Él había preparado la obra de una manera muy cuidadosa en la parte musical. Además, Stravinsky ya era conocido en París, porque en 1910 había presentado El Pájaro de Fuego, con gran éxito en la Ópera de París. Y en 1911, Petrushka en el Teatro del Châtelet”.
La reacción de la gente fue un escándalo. Según el arquitecto Méndez Vigatá, lo que sucede es que se da una pelea entre la galería y la parte de arriba, que es donde estaban los músicos y conocedores. Sin embargo, un año después, se vuelve a presentar La Consagración de la Primavera en una versión orquestal, y tiene un gran éxito.
El poeta y novelista francés Jean Cocteau, hizo una descripción de lo que sucedió esa noche: “La sala hizo el papel que tenía que jugar, se puso en revuelta enseguida, se rieron, chiflaron, imitaron los gritos de animales, y tal vez hubiese cesado a la larga si no fuera porque el grupo de estetas y músicos, dejándose llevar por un celo excesivo, no hubieran insultado, empujando, incluso al público de las logias. El escándalo degeneró en luchas”.
Otro de los comentarios, fue el de un crítico musical, quien expresó que estaban escuchando la música que se iba a presentar dentro de treinta años.
“Aparentemente Stravinsky no estaba intentando crear una ruptura o un escándalo, y lo creó. Arnold Schönberg, uno de los más grandes compositores de la Escuela de Viena, es el caso contrario. Este hombre trataba de escandalizar y nunca logró siquiera algo parecido a lo que causó La Consagración de la Primavera”.
Antes de subir el telón, empezaron a escucharse risas al ver a las bailarinas. Antonio Méndez, narra que hay una leyenda que dice que al finalizar, Stravinsky se fue a un parque enorme que hay en París, a recitar llorando La carta de Tatiana a Oneguin, de Aleksandr Pushkin, un texto muy popular en Rusia. Sin embargo, la realidad es que después de presentar el ballet, Stravinsky se fue a cenar con Nijinsky, y con Diáguilev. “Lo único que sabemos es que Diáguilev dijo: “Logré exactamente lo que deseaba”.
Otro de los aspectos que podemos tomar en cuenta, es una descripción que Stravinsky hace sobre Nijinsky, en la cual expresa: “Hablaba poco, y cuando lo hacía producía el efecto de un muchacho de inteligencia poco desarrollada para su edad, su ignorancia de las nociones más elementales de la música era evidente, el pobre muchacho, no sabía ni leer música ni tocar un instrumento, manifestaba sus opiniones sobre la música con frases superficiales y repetía lo que decía su entorno”.
Con respecto a lo anterior, los especialistas han llegado a cuestionar la propuesta coreográfica de Nijinsky, como el verdadero elemento de «fracaso» de su estreno en 1913, dado que en ese momento el bailarín era la pareja de Diáguilev. Los argumentos que sostienen esta hipótesis, se basan en que el 5 de abril de 1914, un año después, Pierre Monteux dirige la versión orquestal de La Consagración de la Primavera en París, y la obra obtiene un gran éxito. A lo que Stravinsky dice: “La sala estaba «archirrepleta», el público, que no estaba ya distraído por el espectáculo escénico, escucha mi obra con absoluta atención y la aclama con un entusiasmo que no esperaba y que me dejó conmovido”.
Luego, en 1920, se usa la misma escenografía y vestuario con gran éxito también. Lo único que cambia es la coreografía, que es realizada por Léonid Massine, que en ese tiempo era la pareja de Diáguilev. “Seguramente, después de un año la gente se fue acostumbrando a esa música, pero eso me hace pensar que Stravinsky estaba en lo correcto cuando le atribuye el problema del escándalo a la coreografía de Nijinsky”.
EL IMPACTO DE LA OBRA
Los descendientes musicales que pueden mencionarse después de Stravinsky, son obras como La Suite escita, Op.20 de Sergéi Prokófiev. Miguel Ángel García, comenta que esta pieza representa un homenaje de Prokófiev, porque él y Stravinsky eran rivales en los ballets rusos. Otro de sus descendientes, es el ballet Mehr Licht, de Edgar Varèse.
La Consagración de la Primavera llega a consolidarse durante los años posteriores. En 1914 , se estrena en San Petersburgo la versión orquestal dirigida por Serge Koussevitzky, obteniendo el reconocimiento del público. A partir de 1920, comienza a difundirse por todo el mundo la obra con la propuesta escénica de Massine.
Luego, en 1938, Leopold Stokowski la escoge para la película Fantasía, que es el primer contacto que las últimas generaciones establecieron con La Consagración de la Primavera, a través de la película de Walt Disney. Antonio Méndez, cuenta que cuando la película estaba en producción, le ofrecieron cinco mil dólares a Stravinsky, para ceder los derechos de autor, pero también agregaron que si no los aceptaba, de todas formas la iban a usar, porque en aquellos años los derechos de autor de Estados Unidos no respetaban los de Europa. Agrega que el único problema que Walt Disney preveía era que tendrían algunos problemas de distribución en Europa. Entonces, Stravinsky no pudo más que aceptar.
En 1939, vio la película y dijo: “Todo ha cambiado, es verdad, no diré nada sobre el apoyo visual, pues no deseo hacer crítica sobre una irremediable imbecilidad”. Con este comentario hace notar su gran descontento en cuanto a la adaptación musical de Stokowski, que recortó la duración, además de que la imagen estaba totalmente divorciada de lo que él había visualizado. Recordemos que lo primero que Stravinsky concibió fue el tema y la historia, a partir de los cuales comenzó a trabajar sobre la música para generar el ambiente de lo que se iba narrando.
Es cierto que la música, por ser un ente abstracto, se presta a múltiples lecturas, pero en algunas declaraciones Stravinsky dice que Walt Disney ambientó con imágenes muy distintas, pues la creación de la vida y el universo no tienen ninguna relación con el rito pagano que él trató de recrear con su obra. Según Méndez Vigatá, después del estreno de la cinta Fantasía, Disney declaró que Stravinsky había quedado conforme con la versión cinematográfica. A lo cual este último replicó con su negativa.
OTROS COMPOSITORES DE LA ÉPOCA
En La Consagración de la Primavera hay ciertos momentos que son icónicos. El estreno de la Tercera sinfonía de Beethoven, marca algo nuevo, ya que se trata de una propuesta revolucionaria, al igual que la obra de Stravinsky. Antonio Méndez explica que en 1913, el compositor romántico Max Reger, seguía vivo, lo cual quiere decir que, ciertas líneas seguían persistiendo dentro de la música.
Además, por aquellos años, Richard Strauss seguía haciendo sus óperas. Luego, viene Schönberg, que es absolutamente distinto a todo lo que se había hecho hasta ese momento. “Hablar de Stravinsky como un compositor que creó un «antes» y un «después», no es tan sencillo”. Incluso, unos años más adelante, Stravinsky entra en un período neoclásico, que se ve reflejado en su ballet Pulcinella, estrenado el 15 de mayo de 1920. En la opinión del arquitecto, los creadores que tienen originalidad van desarrollando diferentes períodos, ya que quienes se repiten a sí mismos, continúan dentro de su zona de confort, donde no hay una búsqueda ni crecimiento.
RUPTURAS CONTEMPORÁNEAS
Otra obra muy interesante es 4'33", de John Cage, un compositor estadounidense. Se trata de una partitura hecha de silencios. Ésta es otra gran ruptura. La obra se compuso en 1952 y son 4:33 minutos de silencio. Cuando la obra se interpreta, el director abre su partitura, levanta la batuta y empieza a contar en silencio, mientras los músicos permanecen con sus instrumentos en posición, en silencio también. Luego del tiempo que dura la obra, el director baja su batuta, los músicos bajan los instrumentos y empiezan los aplausos.
“Pero ¿cuál es la justificación de esto? Es la misma que Stravinsky, está generando una ruptura. Para Cage todo lo que hacemos es música”. Por otra parte, este compositor tiene una sonata para piano compuesto. Para poder tocar esta pieza, Cage pone varios objetos de uso cotidiano como cucharas o copas y las engarza en las cuerdas del piano.
Su justificación es que la naturaleza tiene y genera sonido. Entonces, de alguna manera, todo tiene derecho a ser interpretado, a ser tocado. “En su momento, pasó lo mismo con Mozart, sobre todo con la Sinfonía número 41 en do mayor, K. 551, Júpiter, que es muy romántica. También fue una ruptura, y eso es Stravinsky, hay muchos «Stravinskys», y cuando presentan sus obras son muy incómodos, como una piedra en el zapato”.
Miguel Ángel, comenta que hay otros músicos contemporáneos como Béla Bartók, que vivió en los años treinta, y que también provocó cambios significativos en las estructuras musicales. “Cuando decimos que cierto tipo de música u obra no nos gusta, estamos haciendo exactamente lo mismo que le hicieron a Beethoven y a Stravinsky en su momento”.
Stravinsky fue alumno de Nikolái Rimski-Kórsakov, que es hijo de una corriente rusa que trata de rescatar los cantos folclóricos. Cuando Kórsakov estaba enseñando, por sus oídos ya había pasado Tchaikovsky. “Beethoven es exactamente lo mismo. Él tenía dos fuentes de inspiración, la naturaleza y las melodías populares, y Stravinsky también. Ver a Stravinsky a la luz de Beethoven ayuda mucho, esa sería mi lectura. Me parece que Stravinsky fue un gran admirador y conocedor de la estructura Beethoveniana, porque todos los compositores después de Beethoven lo fueron, por ejemplo Wagner, Brahms y Mahler.
SIMBOLISMOS
Miguel Ángel comenta que no recuerda a algún otro compositor que haya tenido una presentación tan accidentada como Stravinsky. “Incluso hubo gente golpeada en el estreno, y eso pasó en la Rusia zarista y en la sociedad parisina, que cuidaban tanto las formas. Entonces, sorprende que viniendo de una sociedad tan conservadora, se hayan provocado tales reacciones”.
En lo que respecta a los símbolos que fueron empleados por el artista ruso, Miguel Ángel expone que La Consagración de la Primavera invita a pensar en una metatextualidad, pues no es una obra fácil, sobre todo en el sentido de llevar un mensaje al espectador, que es muy sutil y oculto.
Para comenzar, Miguel resalta el hecho de que en el ballet se utilice a una mujer y no a un hombre bailarín. “Podemos hablar de que la mujer es el símbolo de la creación en movimiento y en generación”. Por otra parte, se habla de la creación de la vida y la muerte. “No hay cosa más viva que la muerte, y ahí hay un simbolismo de eternidad y continuidad, que se antepone al paradigma de éxito imperante en la Revolución Industrial”.
Otro de los referentes del contexto histórico de la época, es la Feria Mundial de París, donde se hablaba del sentido de lo moderno, lo lógico, lo ordenado, lo secuencial, de lo industrial y del bienestar. Entonces, una vez que regresamos a la propuesta de Stravinsky encontramos un discurso totalmente contrario. “La Revolución Industrial permitió posicionar el concepto de abundancia como sinónimo de placer, felicidad y éxito, y La Consagración de la Primavera, nos hace volver al inicio, retando, porque representa los rituales de una tribu aborigen, que rendía sacrificios a sus dioses al inicio de una estación. “No es la música per se, como pasó con la Tercera Sinfonía de Beethoven. Si nos vamos al contexto austriaco de principios del siglo XIX, esta obra generó mucho estupor y escándalo, igual que la de Stravinsky”.
UN POCO DEL PERSONAJE
Stravinsky logró generar una ruptura musical producto de haberse nutrido de toda la tradición musical y folclórica rusa. Miguel Ángel comenta que el compositor no fue alguien que quisiera enfrentar políticamente al régimen. “Luego se hará más común en Stravinsky el tratar de romper estructuras, lo cual vemos reflejado en uno de sus conciertos para violín”. En su opinión, podríamos considerarlo el padre de la música contemporánea, “Después de Stravinsky vienen los minimalistas, los serialistas, los dodecafonistas, pero todos llegan después de él”. Hablar de La Consagración de la Primavera es, desde el punto de vista temático, regresar a lo más primitivo. “Se puede hablar de una gran cantidad de simbolismos, como muerte, movimiento y dinamismo”.
Miguel Ángel puntualiza que él se centraría en cuatro elementos básicos para señalar por qué es considerada una obra tan revolucionaria: la primera es la ruptura en el ritmo. “Tienes un compás de ciertos tiempos y él, conforme se va desarrollando la obra, los rompe”. La segunda, propicia una ruptura de la melodía. “Los elementos fundamentales de la música son: melodía, armonía y ritmo. Él rompe los tres elementos”. El tercero es el folclor, y el cuarto, es la propuesta de una temática que parte de una situación primitiva, en un contexto que apuntaba hacia lo moderno, lo industrial y lo artificial.
REFEFINIR EL ARTE
En cierto sentido, Stravinsky vino a redefinir el arte, y esto no quiere decir que el arte no se haya redefinido antes. “Cuando la gente escucha a Stravinsky se pregunta: ‘¿Esto es arte?’, la respuesta es: ‘Sí, sí lo es’. Lo que pasa es que si nos quedamos anclados a un concepto estático de «arte», lo que esté dentro de ese concepto va a ser «bueno» o «malo», y lo que no esté dentro va a ser desechado”. Miguel explica que debemos tener claro que el concepto del arte es eso, un concepto que migra.
Por ejemplo, el matrimonio en el siglo XIX, no tenía una connotación pasional, pero sí procreadora. “Si tú no querías a tu esposa no era tan importante, porque podías tener amantes. El matrimonio tenía meramente una función familiar, para procrear hijos. Este concepto no ha sido el mismo en el siglo XVIII ni XIX. El arte es igual. En el renacimiento el arte era la mímesis, es decir, copiar la naturaleza, por ello tenemos a exponentes como Leonardo Da Vinci o Miguel Ángel.
Stravinsky redefine el arte. El problema es que su visión y su enfoque, eran algo que en aquel momento no se reconocían, y lo desconocido siempre genera un rechazo natural. “Lo más interesante es que a este tipo de gente no le importa si tú y yo estamos de acuerdo, él tiene su visión, esos son los verdaderos líderes, personas que genera una visión y un enfoque y que dicen: ‘Es por ahí’. El problema es que él era el único que veía que era por ahí, en aquel momento nadie más lo veía, hoy mucha gente ya puede verlo”.
Vivimos una redefinición permanente del arte. En el siglo XX, se trataba de una cuestión expresiva. El arte no tenía por qué ser bello. “Hay quienes dicen ‘A mí no me gusta’, pero no está hecho para que les guste, sino para expresar. La necesidad de entender el arte bajo el contexto del arte de facto, es muy complicada. El arte no está hecho para ser bello o no, el arte es el arte. ¿En qué contexto? Para saberlo habrá que posicionarse en un tiempo y un espacio”.
En el pasado, el arte era asociado a quienes tenían algún talento ola capacidad para crear algo, pero hoy día el arte no necesariamente tiene que ser el producto del talento o de una virtud. En palabras de Miguel Ángel, Stravinsky es una gota que hizo desembocar todo un océano de posibilidades. “Él es el causante de todo esto, es alguien de mucho peso, un parteaguas”.
¿PROFETA MUSICAL?
Antonio Méndez Vigatá considera al siglo XIX como una época de grandes cambios, pues un año después de la presentación de La Consagración de la Primavera, el mundo vivía la Primera Guerra Mundial. “Era el fin de la Belle Époque, y el inicio de una era «futurista», que era más mecanizada, cuestión que alcanzamos a apreciar desde las representaciones pictóricas de Marinetti y el futurismo italiano, en la arquitectura de Le Corbusier, Mies van der Rohe y Walter Gropius. “Era una época de rompimiento”.
En ese momento, en Francia se escuchaba la música de Debussy, que utilizaba atonalidades y era impresionista, también estaba Camille Saint-Saëns. “Estas personas estuvieron en el estreno de La Consagración de la Primavera, al igual que Maurice Ravel. Para mí, la temática es la que le sugirió la música a Stravinsky”, comenta Méndez Vigatá.
Además, comenta que cuando el ballet vuelve a presentarse en 1920, siete años después de su estreno, nadie se queja de la escenografía ni del vestuario, sino de la parte coreográfica. “Es una época de grandes cambios, entra la mecanización y luego viene una guerra que destroza a Europa. ¿Cuál fue la primera revolución del siglo XX? La nuestra, tres años antes de La Consagración de la Primavera, hay una efervescencia en el mundo, porque había un capitalismo descarnado, asimismo, se estaban gestando varios movimientos socialistas, que vieron la luz en la Primera Guerra Mundial. Cuando se hace el estreno, el mundo estaba colapsándose, a punto de cambiar, por ello fue uno de los hitos que marcaron la época. Lo que es importante es que la gente lo percibió como algo significativo en su momento”.
Texto publicado en la revista catorcenal Siglo Nuevo del periódico El Siglo de Torreón el 26 de octubre de 2013.
Enlace a publicación: https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/927028.html