Construir la ciudad
Columna de opinión
Por: Diana Leticia Nápoles Alvarado
La gente se queja, de las filas, de la espera, de las expectativas que jamás se cumplieron. Se queja de la alarma que no sonó, del calor, de que nadie comprende, y es así como los reclamos se repiten cada día.
No abandonamos. No cedemos, terqueamos en conservar la misma pinta, el mismo tono en la mirada, qué necedad. Hay mil razones para continuar con una actitud, hábito o pensamiento, y mil y una para deshacerlo de la realidad. Despertamos en un tiempo diferente cada día, pero nos empeñamos en colgarle casi los mismos adjetivos y emociones; nos duelen las mismas cosas. Y luego, es otro día y ahí vamos con nuestra lista de adjetivos preparada para cualificar la existencia.
Me siento en una ciudad distinta, hostil, enemiga de la ciudad en que viví mi infancia.
Mi idea es construir la ciudad deseada con el lenguaje, hacerla posible con nuestra expresión, en un arrebato tan simple como podría ser invitar al vecino a que nos describa un recuerdo o un deseo que haría mejor su vida en este lugar. No sé, a lo mejor otro podría preparar el platillo favorito de la casa para recibir a los comensales esa tarde. Hay muchas maneras de recrear esa ciudad imaginaria, concebida en el pensamiento alguna mañana o quizá en un atardecer cotidiano, mientras sudamos los cuarenta grados que nos regala el desierto lagunero.
Podría ser también abrir un libro olvidado o preguntarle a un amigo por qué hemos dejado de vernos hace tiempo; es más, podría expresarse con el simple gesto de un “buenos días” inscrito en el semblante que nos dibujamos entre la frente y las cejas. No sé qué sorpresa podrá sacar cada uno de su caja mágica o de su amplia experiencia, pero imaginen esa revolución a través de nuestro lenguaje con la realización de una o muchas creaciones colectivas que expliquen y muestren a los demás qué es lo que somos capaces de imaginar.
¿Qué ciudad tienes en la cabeza? Con esto no pretendo regresar a lo que ya no existe (esa ciudad que habita nuestra memoria), ni andar “tristeando” por otras realidades vividas, sino mostrar que somos capaces de convertir un mismo presente en millones de posibilidades al mismo tiempo.
Si el lenguaje nos ha construido las opiniones que repetimos ante los demás y las percepciones que nos ocupan, que sea el lenguaje también el que acabe con lo inútil de todo esto, que remodele nuestras visiones y concrete la llegada de eso nuevo que a todos se nos ocurre, pero que quizá a veces nos parece descabellado o romántico.
Que las palabras, las imágenes y toda forma de expresión nos construyan una mejor casa y ciudad en la cual vivir. Hagamos del lenguaje algo que vaya más allá de la simple expresión. Hagámonos merecedores de un nuevo tiempo.
Twitter: @diananapoles
Texto publicado en la versión electrónica de la Revista CharmLife el 25 de agosto de 2014.
Enlace a publicación: http://www.charmlife.com.mx/articulo.php?id=384