Mi primer duatlón y, de paso, mi primer pódium

Diana Nápoles
9 min readNov 8, 2019

--

Por: Diana Leticia Nápoles Alvarado.

Hay miles de cosas que aún no he intentado, no tengo una lista o algo así como “cosas que quiero hacer”, pero mentalmente sé que algunos temas están pendientes de ser experimentados por mí.

Me gusta la sensación de intentar cosas nuevas, de ir a lugares donde nunca había estado, de pedir algo que no he probado antes en un restaurante. Amo descubrir, en todos los sentidos.

Creo que una de mis cualidades más marcadas es la curiosidad; el querer indagar de qué se trata, cómo se hace, qué se siente. Intentar.

El pasado domingo acaba de convertirse en algo histórico para mí. Domingo tres de noviembre.

Me inscribí a un duatlón en Torreón. Nunca había hecho uno, apenas hace unos meses viví mi primer triatlón corto. El duatlón consistió en correr 3 kilómetros, pedalear 25 km y finalmente correr 2 km. Una cosa tras otra, con dos transiciones.

No tenía idea de todo lo que me esperaba esa mañana. Un día antes hice algo que normalmente no hago antes de una competencia, pero que, según Mónica y yo, fue el ingrediente secreto para darle un sabor excepcional a esta experiencia.

La noche previa dos de mis mejores amigas y yo fuimos a cenar taquitos, todo en una atmósfera súper agradable que sólo ellas saben propiciar. Hablamos de muchas cosas, nos reímos, les conté otra vez historias que seguro están un poco hartas de escuchar y después nos despedimos en punto de las 10:00 p.m., porque el duatlón iniciaría a las 7:00 a.m.

Sólo tus amigos más cercanos conocen esa sensación de querer seguir platicando y disfrutando de la compañía y entender que ya tienes que irte o de plano no vas a levantarte.

Dejé todo preparado antes de dormir: la bici con hidratación, la ropa, los tennis, las calcetas, la gorra y el portacel. Desperté 5:00 a.m., la verdad no soy un ser humano matutino, siempre me cuesta mucho arrancar. En modo zombie, me preparé y salí disparada a Altozano.

Todo el camino me fui cantando para ponerme en el mood distancia dominguera. Llegué y acomodé mi bici en la barandilla, el casco, la gorra, la hidratación para el ciclismo y lo demás. Un amigo me prestó su portanúmero de último momento.

Por supuesto que subí una historia a Instagram de mi bici con el número 48 pegado en el soporte debajo del asiento. La etiqueta llevaba mi nombre: Diana Leticia.

La competencia arrancó a las 7:00 a.m., algunos calentaron trotando en los alrededores. Finalmente la señal fue dada y todos salimos en estampida para correr los primeros tres kilómetros. La mañana era fresca, sin sol todavía, acompañada de la sensación de correr en un sitio donde nunca había estado, la sangre empezando a irrigar todas las venas del cuerpo, ese silencio de quien empieza a correr.

En menos de doce minutos algunos ya estaban arribando al área de transición para tomar su bici. Yo, con toda la dignidad que me fue posible ese día, hice un tiempo de 17:06:07 minutos en terminar esa distancia.

Llegué hasta el lugar de mi bici; rápida, intrépida, con prisa. Ya tenía que salir y no me podía abrochar el casco, es que me falta practicar eso, pensé. Luego, iba a subirme inmediatamente a la bici, pero por poco olvido que primero tenía que llegar al tapete de salida y subirme ahí. Un señor me señala a partir de qué punto puedo montar la bicicleta. Corro con ella, subo, pedaleo fuerte, las porras de los asistentes ya están ahí.

¡Rápido!, hay algunos que ya van casi a la mitad o más de su primera vuelta y yo apenas voy a empezar. ¡Aaaah! Rápido. ¡Rápido! Me río de mí. Pedaleo con fuerza, ¡sí me gusta hacer esto! No sé por qué, tampoco sé qué contestar cuando me preguntan: ¿por qué te gusta despertar temprano e ir a meterte una friega? No sé aún cómo contestar y quizá nunca lo sepa, pero me gusta. Mientras lo pienso, sonrío.

Fotografía de playera conmemorativa del evento.

Termino la primera vuelta de tres, tardé cerca de veinte minutos. ¡Faltan dos! Pienso: no hay que bajar la intensidad, pero ya me dio sed. No quiero detenerme, todos van muy rápido, ¡aaaah!, qué risa querer darle más recio y a las dos cuadras cansarme y tener que volver a mi ritmo. Le pedaleo machín pero no avanzo con la misma ligereza que algunos. No importa, échale toda la galleta, Diana.

Diana siendo Diana en modo ciclista. Fotografía de Marco Esparza.

Le echo todas las ganas posibles. Me doy cuenta de que cometí errores, de esos que a la siguiente sabrás corregir. Uno: ese termo no es de los que aprietas para beber, es una maniobra complicada abrir esa tapa de rosca sin parar la bici, ¡tapa de rosa a quién se le ocurre! No sé por qué agarré ese. ¡Pero si ya había llevado el correcto al tri! Ni hablar.

Dos: el portacel estorba, a la otra dejar las llaves del carro en otro sitio para no irlas cargando. Incluso esa bolsita del brazo se me cayó en una de las vueltas y tuve que detenerme a recogerla, bien ahí…

Segunda vuelta, más porras, pedalear fuerte, de repente hacer sonrisita de: “estoy entera” para los fotógrafos que me topan, reírme sola, seguir. Tercera vuelta. Me encanta que los guías que están a lo largo de la ruta (organizadores de la carrera), no sólo te avisan por cuál carril circular, sino que te sonríen y te echan porras: “¡Vamos, ya la última! ¡Sí se puede!”.

Fotografía de Summits MX, organizadores del duatlón.

Sí se puede, claro que se puede. Llego al área de transición y bajo de la bici. Tiempo: 1:08:55 horas.

¡Rápido! Dejar la bici, quitarse el casco, uno o dos tragos rápidos de electrolitos, ¡rápido! Acomodarse el portanúmero, ¡córrele! Veo a gente que ya viene de regreso de sus últimos dos kilómetros corriendo y yo apenas voy a empezar. ¡Ay, no! ¡Rápido! Sé que esta competencia es de mí contra mí, no contra ellos, porque cada quien trae una preparación distinta, pero es inevitable no desear ser más veloz al verlos. ¡Córrele, Diana!

Corro, corro, cuando recién bajas de la bici tus piernas están un poco raras, como con los músculos tensos, no le puedo meter gran velocidad aunque quiera, a los pocos minutos se empiezan a relajar y ahora sí puedo moverme con un poco más de prisa.

Fotografía de Marco Esparza.

Le sigo, siento que ya falta poco. Le digo a los que me encuentro en el camino: ¡venga, ya casi llegas, no falta nada! Ya está, voy corriendo un poco más fuerte, estoy cerca de terminar los dos kilómetros. Entro al Club, llego a la meta, alzo los brazos, la cruzo. ¡Entera, señores!

Fotografía de Marco Esparza.

Entro al campo de Altozano, me como un plátano, algunos vasos de electrolitos, agua, incluso me formo para un masaje de piernas que me relaja bastante. Todo sabe a gloria después de una competencia. Me siento por ahí, me tomo algunas fotos con mis amigos, platicamos de cómo estuvo el recorrido.

Mi amigo Fernando Juárez y yo.

Les voy a decir la verdad: yo me iba a ir como una hora después de que terminé, porque nunca me gano nada en las rifas. He participado en muchas carreras y nunca me he ganado ni unos calcetines jajaja, entonces no tenía mucha esperanza de ganarme algo. Pero platicando con mi amigo Fernando Juárez, me dijo que él y su compañero serían pódium en el duatlón relevos y me pidió que le tomara algunas fotos.

En parte eso me hizo quedarme, porque tenía mucho sueño. Terminando la competencia de los más pequeños, seguía la premiación y después la rifa (de los antisalados). Al final decidí quedarme. Cuando comenzó la premiación yo estaba bobeando en el cel, cuando en algún momento escuché mi nombre.

Dije: ¿Qué pasó? Primero, no había caído en la cuenta de que estaban nombrando a la gente que había ganado. Estaba totalmente distraída. Luego, cuando el conductor pronunció mi nombre por segunda vez y dijo: tercer lugar categoría 25–29, duatlón Sprint, Diana Leticia Nápoles…, ahí como que entendí que me tenía que parar y pasar.

Fotografía de la medalla.

Por supuesto que no podía darle crédito a lo que estaba pasando. ¿Yo? ¿Es neta? Estoy segura que se equivocaron. Me reí, pasé con cara de: ¿es broma, no? Nunca he sido pódium. ¿Qué está pasandoooo? No puede ser, me dio risa y al mismo tiempo sentía que no era cierto, que seguro en un momento dirían: ah, perdón, nos equivocamos, no era Diana.

Pero nadie hacia la aclaración, luego dijeron al segundo y primer lugar. El pódium era un sitio absolutamente ajeno a mí. Nunca había pisado uno. Es más, en una de las últimas carreras que corrí en julio, al final de todo el show, me subí al pódium (obviamente al del primer lugar, foto abajo), sólo para tomarme una foto de cotorreo, para saber qué se sentía ver todo desde ahí. Pero fue una payasada.

Fotografía de Marco Esparza tomada el 21 de julio de 2019 en la carrera de Vizcaya.

Y de repente era real. No estoy segura de cómo pasó. No sé si éramos solamente tres mujeres en mi cateogoría y por eso se dio (no se crean, ya investigué y éramos seis), pero lo que sí sé es que me dio mucha felicidad vivir aquello. Me reí mucho de todo porque seguía sin poder creerlo, pero al mismo tiempo quería correr a contarle a mis amigos: ¡no se imaginan lo que me pasó hoy!

Fotografía de Summits MX, organizadores del duatlón.

Quería llamarle a mis papás, los que siempre me dicen: ¿otra vez vas a una carrera? ¿Ahora a cuál? A mi mamá, sobre todo, que constantemente me dice: mejor ya descansa un domingo y levántate tarde para que recargues pilas. Quería decirle a quienes me han ayudado a entrenar los últimos meses: oigan, no sé qué hicimos, pero logré esto gracias a su ayuda.

Fotografía de Marco Esparza.

Estaba emocionada, felicilla, muy sonriente, flotante, soprendida. Al final, cuando todo terminó e iba manejando rumbo a la casa de mis papás para enseñarles la medalla, me dije: mira, aunque se hayan equivocado no importa, ya tienes una foto en un pódium que no fue de cotorreo, ¡chíngate esa y sé feliz!

Fotografía de Marco Esparza.

Me autoagradecí por llevarme a vivir ese tipo de experiencias; por despertarme temprano, ponerme el jersey, cargar la bici en la cajuela, batallar para acomodarla y poder cerrarla, etcétera. Algunos días hay pequeñas recompensas que te hacen sonreír y te ayudan a confirmar que hay cosas que te encantan y que quieres seguir haciendo una y mil veces más. “Gracias, Diana”.

Tiempo oficial: 1:41:50 horas. Fin.

Twitter: @diananapoles

Fotografía de Marco Esparza.
Fotografía de Marco Esparza en la llegada a la meta.
Fotografía de Summits MX, organizadores del duatlón.

*Texto escrito el viernes 8 de octubre de 2019.

--

--

Diana Nápoles
Diana Nápoles

Written by Diana Nápoles

Comunicóloga, lectora y cronista en entrenamiento

Responses (1)